viernes, 31 de octubre de 2008

Duplex con delay


Iniciamos aquí una nueva sección, no por falta de ideas, sino justamente, por el motivo contrario, o sea.... ejem....
Dos potencias se saludan, encuentro histórico; Bolívar y San Martín,;Mar del Plata y Buenos Aires.... Señoras, señores, en Duplex con Delay, Cine Braille Insoportable....

PUNTO PIF / 23-10-07 / ENSALADA DE NOTICIAS BREVES
FMI DESCARTA CRISIS MUNDIAL Londres (de nuestro corresponsal Jack D. Ripper) La Jefa de la Brigada de Comandos Economistas del Fondo Monetario Internacional, Enola Gay, afirmó ayer en esta ciudad que "no hay ningún riesgo de que las actuales turbulencias financieras internacionales terminen causando una grave crisis mundial" / Enola Gay remarcó que "el FMI está en condiciones de actuar como prestamista internacional de última instancia, gracias a sus importantes reservas de patacones B, LECOP y cruzeiros, por lo que no hay nada que temer; repito, no hay nada que temer" / La funcionaria se hizo presente en esta capital para coordinar "Plan de Ajuste LVIII", un ejercicio de infiltración y demolición de economías del Tercer Mundo a cargo de su Brigada.

ENCUENTRO DE CIENTISTAS SOCIALES Las Leñas, Mendoza (de nuestro columnista político Oliverio Oligarcay) Comenzó ayer en esta localidad el Tercer Congreso Latinoamericano de Cientistas Sociales que Viven de los Subsidios y Viáticos que les Pagan las Universidades / El encuentro se inició con una mesa redonda que debatió la teoría de que existe una relación proporcional entre la escasez o ausencia de información y la capacidad de hacer afirmaciones ridículas o temerarias / Las conclusiones del debate fueron expuestas por el decano de la Facultad de Cartomancia Política de la Universidad Católica Argentina, Mariano Grondona, quien afirmó que "el gobierno de Kirchner es el gobierno de los invasores extraterrestres marxista-populistas del Planeta Rojo, cuya expresión política es la alianza entre el aparato pejotista bonaerense (imagen que ilustra el post), los Neomontoneros Sith y el EAPPERP"
http://www.cinefania.com/cinebraille/pif2007.shtml#1007

domingo, 26 de octubre de 2008

Adam Smith y Karl Marx dialogan sobre el desplome del actual capitalismo financiero

Antoni Domènech, SinPermiso

Karl.- ¿Viste, viejo, que este chico, Joseph Stiglitz, anda diciendo por ahí que el colapso de Wall Street equivale al desplome del muro de Berlín y del socialismo real?

Adam.- No es para estar contentos, ni tú ni yo. Y tú, menos aún que yo, Carlitos.

Karl.- Hombre, a cuenta del suicidio del capitalismo financiero, mi nombre vuelve a estar en boga, mis libros, según informa The Guardian, se agotan. Hasta los más conservadores, como el ministro de finanzas alemán, reconocen que en mi teoría económica hay algo que aún merece la pena tener en cuenta…

Adam.- … no me vengas ahora con mezquinas vanidades académicas post mortem, Carlitos, que en vida jamás te abandonaste a ellas. Yo hablo en un sentido más fundamental, más político. Ninguno de los dos puede estar contento, y, te repito, tú menos todavía que yo.

Karl.- ¿Y eso?

Adam.- El “socialismo real” que se construyó en tu nombre no tenía nada que ver contigo. Pero al menos, tú sí que te llamaste “socialista”. Yo, en cambio, ¡ni siquiera me llamé nunca a mí mismo “liberal”! Eso del “liberalismo” es una cosa del siglo XIX (la palabra, como sabes, la inventaron los españoles en 1812), y van y me lo endosan a mí, un tipo que murió oportunamente en 1793. ¡Es ridículo! ¿Cómo va a afectarme eso?

Karl.- Ya veo por dónde vas. Quieres decir que ni el desplome del muro de Berlín ni el colapso del capitalismo financiero en 2008 tienen mucho que ver ni contigo ni conmigo, pero que, aun así, nos cargan el muerto.

Adam.- Exactamente. Pero en tu caso es peor, Carlitos: porque tú sí te dijiste socialista, y el socialismo real, quieras que no, contaminó al ideario socialista. A mí me importa un higo que fracase el “liberalismo”, cualquier liberalismo. No tendré que explicarte a ti, precisamente, uno de mis discípulos más inteligentes, que ni mi teoría económica ni mi filosofía moral tenían nada que ver con el tipo de ciencia económica, positiva y normativa, que empezó a imponerse en tus últimos años de vida, eso que tú aún alcanzaste a llamar “economía vulgar” y que tanto gustó a los liberales de impronta decimonónica.

Karl.- Desde luego; tú y yo fuimos aún clásicos. Luego vino esa caterva vulgar de neoclásicos, incapaces de distinguir nada.

Adam.- Por ejemplo, entre actividades productivas e improductivas, entre actividades que generan valor y riqueza tangible y actividades económicas que se limitan a recoger rentas no ganadas (rentas derivadas de la propiedad de bienes raíces, rentas derivadas de los patrimonios financieros, rentas resultantes de operar en mercados no-libres, monopólicos u oligopólicos). Nunca ha dejado de impresionarme la agudeza con que elaboraste críticamente algunas de estas distinciones mías, por ejemplo, en las Teorías de la plusvalía.

Karl.- Es evidente. Tú hablaste repetidas veces de la necesidad imperiosa de intervenir públicamente en favor de la actividad económica productiva. Eso es lo que para ti significaba “mercado libre”; nada que ver con el imperativo de parálisis pública de los liberales y de los economistas vulgares, incapaces de distinguir entre actividad económica generadora de riqueza y actividad parasitaria buscadora de rentas.

Adam.- En mi mercado libre los beneficios de las empresas de verdad competitivas y productivas y los salarios de los trabajadores de esas empresas ni siquiera tendrían que tributar. En cambio, para mantener un mercado libre en mi sentido, los gobiernos tendrían que matar a impuestos a las ganancias inmobiliarias, a las ganancias financieras y a todas las rentas monopólicas…

Karl.- … es decir, a todo lo que, después de darme a mí por perro muerto, y en tu nombre, Adam, ¡en tu nombre!, se ha hecho que dejara prácticamente de pagar impuestos en los últimos 25 años. ¡Hay que joderse!

Adam.- ¡Hay que joderse, Carlitos! Porque lo que yo dije es que una economía verdaderamente libre, al tiempo que estimulaba la producción de riqueza tangible, podía generar, gracias entre otras cosas a un tratamiento fiscalmente agresivo del parasitismo rentista y de su pseudoriqueza intangible, amplios caudales públicos que podrían ser destinados a servicios sociales, a la promoción del arte y de la ciencia básica –que es, como el arte, incompatible con el lucro privado—, a establecer una renta básica universal e incondicional de ciudadanía, como quería mi coetáneo Tom Paine, etc. Ya ves, Carlitos, yo, que no pasé de ser un modesto republicano whig de mi tiempo, ahora, si no me falsificaran cuatro profesorcillos más perezosos aún que ignorantes, y si se me leyera con conocimiento histórico de causa, hasta podría pasar por un peligrosísimo socialista de los tuyos. Y te diré, si ha de quedar entre nosotros, que, visto lo visto, la vuestra me resulta una compañía bastante grata…

Karl.- En realidad, toda tu ciencia, como la de tantos republicanos atlánticos de tu generación, estaba puesta al servicio del principio enunciado por el gran florentino malfamado, a saber: que no puede florecer la libertad republicana en ningún pueblo que consienta la aparición de magnates y gentilhuomini, capaces de desafiar a la república. Y si lo ves así, la falsificación en tu caso es aún peor que en el mío: el “socialismo real” abusó aberrantemente de la palabra “socialismo”, dando pie a la refocilación general de todos mis enemigos; ¡pero es que tú ni siquiera llegaste a enterarte de qué era eso del “liberalismo”!

Adam.- Quien no se consuela es porque no quiere, Carlitos. Lo cierto es que lo que ha pasado en los 30 últimos años en el mundo va en contra de todo lo que tú y yo, como economistas y como filósofos morales, queríamos. Mira a estos pobres españoles, inventores del término “liberalismo”. A ti y a mí nos importaba, sobre todo, la distribución funcional del producto social (eso que ahora tratan de medir con el PIB): pues bien, la proporción de la masa salarial en relación al PIB no ha dejado de bajar en España, y ha seguido bajando incluso después de que volviera a asumir el gobierno en 2004 un partido sedicentemente marxista hasta hace muy poco…

Karl.- Sí, sí, un horror. Pero el caso es que cuando estos chicos, supuestamente, me dejaron a mí por ti, y pasaron a llamarse “social-liberales” a comienzos de los 80, lo que hicieron fue una cosa que te habría puesto a ti también los pelos de punta. Fíjate que no sólo retrocedió la proporción de la masa salarial en relación con el PIB, sino que, en la España del pelotazo y el enrichisez-vous de Felipe González, lo mismo que en la Argentina de “la pizza y el champán” de Menem y en casi todo el mundo, los beneficios empresariales propiamente dichos empezaron a retroceder también en relación con la parte que en el PIB desempeñaban las rentas inmobiliarias, las rentas financieras y las rentas monopólicas…

Adam.- ¡Cómo nos han jodido, Carlitos!

Karl.- No desesperes, Adam. La historia es caprichosa, y ¿quién sabe?, a lo mejor, ahora, hasta empiezan a tomarnos en serio. Fíjate que le acaban de dar el Premio Nobel a un chico bastante espabilado que desde hace años estudia la competición monopólica y rescata a Chamberlain y a Keynes, esos muchachos que al menos se esforzaron por entendernos, a ti y a mí, en los años 30 del siglo XX y que querían proceder a la “eutanasia del rentista”…

Adam.- Yo fui un republicano whig bastante escéptico, Carlitos. No viví el movimiento obrero del XIX y del XX y la epopeya de su lucha por la democracia. No puedo entregarme tan fácilmente al Principio Esperanza de aquel famoso discípulo tuyo, ahora, por cierto, casi olvidado.

Antoni Domènech es catedrático de Filosofía Moral en la Facultad de Ciencias Económicas de la UB

jueves, 23 de octubre de 2008

Aguante docente

Hoy jueves en la carpa docente, frente a la jefatura de gobierno de la C.A.B.A. (Av. de Mayo entre Bolivar y Perú)
- 18 hs Clase Pública
- 22 hs Peña con la presencia de organizaciones y referentes sociales y culturales en defensa de la educación pública.
Desde la Convocatoria por los Derechos Públicos y Sociales (Asamblea Plaza Dorrego, Asamblea de Floresta, Asamblea de Juan B. Justo y Corrientes, Multisectorial de San Cristobal, Centro Cultural El Surco -Mataderos-, Área Política de la Parroquia de la Santa Cruz), estamos sumando solidaridades y nuestra movilización en apoyo al reclamo en defensa de la educación pública, y a la carpa instalada por los sindicatos docentes frente a la jefatura de gobierno de la C.A.B.A.
Este conflicto, sin duda, sentará precedentes para el resto de los reclamos sociales que hoy confrontan con la gestión macrista. Por eso entendemos que es imprescindible unir esfuerzos y poner nuestro mejor aporte para detener aqui el avasallamiento de derechos sociales y públicos perpetrado por este gobierno de la CABA, que además funciona como punta de lanza en el intento de restauración neoliberal impulsado desde los sectores mas concentrados y reaccionarios de nuestro pais.

lunes, 20 de octubre de 2008

Todo tiene que ver con todo...(y dale con Hobsbawm)

Orbis terrarum. Marcus Vipsanius Agrippa
Europa: historia, mito, realidad
Eric Hobsbawm

Contenido de la conferencia impartida por Eric Hobsbawn en París el pasado 22 de septiembre
“A pesar de ese proceso de homogeneización, los europeos no se identifican con su continente. Aun aquellos que llevan una vida realmente transnacional, la identificación primaria sigue siendo nacional.”
Como el Dios de la Biblia en el momento de la creación, la cartografía está obligada a poner un nombre a las cosas que describe: la toponimia, construcción humana, está en consecuencia cargada de motivaciones humanas. ¿Por qué clasificar como "continente" al conjunto de penínsulas, de montañas y de planicies situadas en el extremo occidental del gran continente euroasiático? En el siglo XVIII, un historiador y geógrafo ruso, V.N.Taichtchev, trazó la línea divisoria de Europa-Asia que todos nosotros conocemos: desde los Urales al mar Caspio y al Cáucaso. Para erradicar el estereotipo de una Rusia "asiática", por lo tanto atrasada, hacía falta subrayar la pertenencia de Rusia a Europa. Los continentes son tanto – ¿o más? – construcciones históricas que entidades geográficas.
La Europa cartográfica es una construcción moderna. Ella no sale del limbo hasta el siglo XVII. La idea actual de una Unión Europea (UE) es más joven todavía y los proyectos prácticos para su unificación nacieron recién en el siglo XX, hijos de las Guerras Mundiales. Países antes hostiles se unieron para formar una zona de paz, garante del interés común. El éxito de nuestra Unión Europea es incuestionable, aunque por debajo de las expectativas de ciertos pioneros y pese a que la evolución hacia la unidad del continente fue complicada, desviada incluso, en particular por las exigencias de la política norteamericana.
Se trata, así, de una Europa históricamente joven. La Europa ideológica es, sin embargo, mucho más vieja. Es la Europa tierra de civilización contra la no-Europa de los Bárbaros. La Europa como metáfora de exclusión existe desde Herodoto. Existió siempre. Es una región de dimensiones variables, definida por la frontera (étnica, social, cultural tanto como geográfica) con las regiones del "Otro", situadas a menudo en "Asia", a veces en "África". La etiqueta "Asia" como sinónimo de un "Otro", que combina la amenaza y la inferioridad, ha colgado todo el tiempo sobre la espalda de Rusia. Recuerdan las palabras de Metternich "Asien beginnt an der Landstrasse", es decir, Asia comienza en la carretera nacional (de Viena).
De la política a los mitos no hay más que un paso. El mito europeo por excelencia es el de la identidad primordial. Lo que tenemos en común es esencial, lo que nos diferencia, insignificante o secundario. Ahora bien, para Europa la presunción de unidad es tanto más absurda cuanto que lo que ha caracterizado a su historia es, precisamente, la división.
Una historia de Europa es impensable antes del fin del Imperio romano occidental y, asimismo, antes de la ruptura permanente entre las dos orillas del Mediterráneo, luego de la conquista musulmana de África del Norte. Los griegos de la antigüedad se sitúan en una civilización tricontinental, que engloba el Medio Oriente, Egipto y un modesto sector de la Europa del Mediterráneo oriental. Durante los siglos IV y III antes de J.C., la iniciativa militar y política pasa a los márgenes del sector europeo de este espacio. Alejandro el Grande creó un imperio efímero que llegaba a Egipto y Afganistán. La República romana construyó uno más durable entre Siria y el estrecho de Gibraltar.
Al fin de cuentas, el Imperio romano no logró jamás establecerse sólidamente más allá del Rhin y del Danubio; Roma fue un Imperio pan-mediterráneo, antes que europeo y lo que cuenta para el destino de Europa no es el imperio que triunfa sino aquel que desaparece. La historia de la Europa post-romana, es la de un continente fragmentado. Aquí reside la razón de las divergencias entre Europa y las otras civilizaciones del Viejo Mundo. Entre el mar de la China y el Magreb, y hasta el siglo XIX, el dominio terrestre multiétnico no sale de lo habitual para los grandes espacios geográficos. Siempre bajo la amenaza, de tiempo en tiempo vencidos, desmembrados o conquistados por guerreros venidos de los desiertos del Sur, de las montañas o de las grandes planicies del Norte, ellos siempre se recuperan. Ellos absorben o asimilan a los conquistadores, como la India asimiló a los Mogol y China a los Mongoles. Nada semejante en Occidente después de la caída de Roma, nadie reemplazó al Imperio romano, aunque la Iglesia conserva la lengua y la estructura administrativa.
Fragmentada durante por lo menos diez siglos, Europa fue constantemente presa de invasores. Los Unos, los Ávaros, los Magiares, los Tártaros, los Mongoles y las tribus turcas, llegan del este, los Vikingos del norte, los conquistadores musulmanes del sur. Esta época no finaliza totalmente hasta 1683, cuando los turcos son derrotados en las puertas de Viena.
Se ha sostenido que, durante esa lucha milenaria, Europa descubrió su identidad. Esto es un anacronismo. Ninguna resistencia colectiva o coordinada, incluso en nombre del cristianismo, consolida el continente y la unidad cristiana desaparece en medio de las invasiones. Hubo en lo sucesivo una Europa católica y otra, ortodoxa. Las cruzadas, que el papado lanza algunos años después de esta escisión, no fueron iniciativas de defensa sino operaciones ofensivas tendientes a establecer la supremacía del Papa en el mundo cristiano.
Entre la caída de Bizancio, en 1453, y el sitio de Viena de 1683, los últimos conquistadores venidos del Oriente, los turcos otomanos, ocupan toda la Europa del Sur-Este.
Pero otra parte de Europa había comenzado ya una carrera de conquista. Los últimos años de la Reconquista coinciden con el comienzo de la era de los conquistadores. Ellos descubren no solamente las Américas sino Europa, porque es frente a los pueblos indígenas del Nuevo Mundo que los españoles, los portugueses, los ingleses, los holandeses, los franceses, los italianos, que se precipitan sobre las Américas, reconocen su europeidad. Ellos tienen la piel blanca, imposible de confundir con los "Indios". Una diferenciación racial sale a luz que, en los siglos XIX y XX, devendrá en la certeza de que los blancos poseen el monopolio de la civilización.
El término "Europa" todavía no forma parte sin embargo del discurso político. Para eso habrá que esperar al siglo XVII, con el avance de Austria en los Balcanes, después de 1683, y la llegada al escenario internacional de Rusia, sedienta de modernidad occidental. Desde entonces hay coincidencia entre la geografía y la historia. Europa forma parte de aquí en más del discurso público, ella nace paradójicamente de las rivalidades continentales.
El nombre remite al juego militar y político, un juego dominado por Francia, Gran Bretaña, el Imperio de los Habsburgo y Rusia, a los cuales se agrega más tarde una quinta "gran potencia", Prusia, transformada en Alemania unida. Pero también fueron las transformaciones del paisaje político las que, en el siglo XVII, hicieron posible el nacimiento de esta Europa consciente de sí misma. La Paz de Westfalia, que puso fin a la guerra de los Treinta Años, trajo dos innovaciones políticas.
En lo sucesivo, hubo tantos Estados territoriales como soberanos y esos Estados no reconocieron ninguna obligación por encima de sus intereses, definidos según los criterios de la "razón de Estado" -una racionalidad puramente política y laica. Es el universo político en el que aún vivimos.
La Europa colectiva, que aparece entre los siglos XVII y XIX, asume, pues, dos primeras formas: la Europa que sale del reencuentro de un pueblo multinacional, pero exclusivamente europeo, con un "Otro" insólito, los indígenas del Nuevo Mundo, y la Europa conjunto de relaciones de Estados "westphalianos" situados entre los Urales y Gibraltar.
Ambas Europas se afirman. Es el principio de la República de las letras que toma cuerpo a partir del siglo XVII. Para quienes forman esta República _es decir unos pocos cientos, es probable que algunos miles de personas, en el siglo XVIII, se comunicarán en latín y después en francés- Europa existe. En cuanto a la última Europa, se trata de la comunidad cosmopolita de los valores universales de la cultura del siglo XVIII, que se amplía después de la Revolución Francesa.
En el curso del siglo XIX, Europa deviene la cantera de un conjunto de instituciones educativas y culturales y de todas las ideologías del mundo contemporáneo. El mapa de distribución mundial, antes de 1914, de las óperas, las salas de concierto, los museos y las bibliotecas abiertas al público, habla por sí mismo.
Este vistazo de la historia de la identidad europea nos permite apuntar con el dedo el anacronismo cometido cuando buscamos un conjunto coherente de pretendidos "valores europeos". Es ilegítimo suponer que los "valores" en los que se inspiran la democracia liberal y la Unión Europea actualmente, hayan sido una corriente subyacente en la historia de nuestro continente. Los valores que fundaron los Estados modernos antes de la era de las revoluciones fueron aquellos de las monarquías absolutas y monoideológicas. Los valores que dominaron la historia de Europa en el siglo XX – nacionalismos, fascismos, marxismo leninismos -son de matriz tan puramente europea como el liberalismo y el laissez-faire. A la inversa, otras civilizaciones han practicado algunos de los valores llamados "europeos" antes que en Europa: los imperios chino y otomano practicaron la tolerancia religiosa – por suerte para los judíos expulsados de España. Recién a fines del siglo XX las instituciones y los valores en cuestión se difundieron, al menos teóricamente, a través de toda Europa. Los "valores europeos" son una consigna de la segunda mitad del siglo XX.
Desde 1492 a 1914, Europa fue el corazón de la historia del mundo. En primer lugar por su conquista del hemisferio occidental del globo y, mucho más, a partir de 1750, por su superioridad militar, marítima, económica y tecnológica. Verdadera supremacía mundial, que se extiende desde el siglo XVIII hasta el apogeo del colonialismo europeo, entre 1918 y 1945. El "momento" europeo de la historia mundial se acaba con la segunda guerra mundial, si bien que continuamos aprovechándonos de la rica herencia económica y, en menor medida, intelectual y cultural, de esa supremacía perdida.
La hegemonía de esta región provoca los problemas que continúan dividiendo a los historiadores. Señalamos solamente que, luego de la caída de Roma, Europa no tiene ningún cuadro común de autoridad ni ningún centro de gravedad permanente. La transformación de Europa y su dominación nacen de la fragmentación y la heterogeneidad de un continente desgarrado, durante quince siglos, por las guerras – exteriores e interiores. Se trata de una pluralidad contradictoria. De una parte, las fronteras de los Estados tienen sólo poco que ver con respecto a las actividades económicas que forman un sistema transnacional compuesto de una red de unidades locales dispersas. De otra parte, la base de la revolución económica europea fue la consolidación de un puñado de poderosos Estados militares y administrativos y la eficacia de sus políticas de expansión imperial y económica.
Una Europa mosaico de modestos principados no habría podido emerger como fuerza transformadora del mundo. La unidad de Europa es hija del acuerdo entre estos Estados; en última instancia la Europa de las patrias tan cara al general de Gaulle.
Pero esta heterogeneidad del continente esconde una división de funciones entre dos centros dinámicos sucesivos y sus periferias. El primer centro fue el Mediterráneo occidental, lugar de contacto con las civilizaciones de Oriente, próximo y lejano, lugar de la civilización de las villas y de la sobrevivencia de la herencia romana. Entre los años 1000 y 1300, una zona de más en más orientada hacia el Atlántico toma el puesto como un eje central de la evolución urbana, comercial y cultural del continente.
Es una franja de territorios que se extiende desde el comienzo de Italia del Norte a los Países Bajos, vía los Alpes occidentales, Francia del Este y la baja Renania. Un franja que se prolongó luego más allá del canal de la Mancha y, por los mares el norte y del Báltico, a los territorios de las ciudades hanseáticas; después, al comenzar el siglo XVI, a la Alemania central. Este eje no desapareció: en 2005 podemos encontrar allí nueve de las diez regiones donde la renta por habitante es de las más elevadas. La comunidad original del Tratado de Roma coincide con este espacio.
Alrededor de este eje, se articulan cuatro regiones periféricas: el Norte (Escandinavia y las partes norte y oeste de las islas Británicas), el Sur-Este – entre el Adriático, el Egeo y el mar Negro – y el Este, eslavo, de grandes planicies. Periféricas también las partes del mundo mediterráneo e ibérico, marginadas por el ascenso del nuevo centro, aunque su papel en el redescubrimiento de la Antigüedad clásica les permitió ofrecer una contribución capital a la cultura europea.
Esquematizando, la aproximación del Norte (Irlanda exceptuada) con el centro se opera gracias a la penetración de los Vikingos, gracias a los lazos comerciales con los mercaderes de la Liga Hanseática y, a partir del siglo XVI, gracias a la conversión de sus pueblos al protestantismo – que acelera la alfabetización. Este Norte es la sola periferia que habría logrado integrar Europa económicamente avanzada.
Aunque las conquistas de los cruzados en el Báltico, los intercambios y la colonización campesina alemana hubieran empujado la influencia del centro hacia el este, esta inmensa región agraria quedó ampliamente fuera del desarrollo occidental. Antes del siglo XX, salvo en Rusia, dónde Pedro el Grande inicia la modernización a la occidental, encontramos allí sólo elementos débiles de dinamismo económico autóctono. Finalmente, hasta el siglo XIX, evidentemente no hay más que una débil penetración económica y cultural del centro en las regiones sometidas al imperio Otomano.
El auge de Europa habría sido difícil sin el concurso de "periferias" exportadoras de materias primas. La diferencia entre estas zonas, cuyas estructuras sociales divergen en función de esta división de trabajo y de sus experiencias históricas, fue profunda.
Somos todavía conscientes de la línea de fractura que existe, aunque aminorada, entre las dos Europas: Italia del Norte e Italia del Sur, Cataluña y Castilla. Fue ineludible durante mucho tiempo hacia el este y el sudeste. La línea Hamburgo-Trieste separa Europa de la libertad legal de los campesinos de la Europa de la servidumbre. Antes de 1914, esta línea tenía poca importancia política, gracias a la presencia, al este, de los Habsburgos y los Hohenzollern, esta línea se transformó en "telón de hierro".
En el siglo XIX, una élite limitada consigue remontar estas divisiones mientras que la masa de los europeos continuaba en el universo oral de los dialectos. El progreso de las lenguas de Estado perpetuó esta pluralidad territorial que evidentemente perduró con la llegada de los Estados nacionales: el ciudadano se identificaba desde entonces con una "patria" contra los otros y, en 1914, ni los campesinos, ni los obreros, ni el grueso de las élites cultivadas resistieron al llamado de la bandera. La Europa de las naciones se tornó el continente de las guerras. Si Europa no salió totalmente de esta configuración, los cincuenta años pasados fueron, sin embargo, una época de convergencias impresionantes: lo atestiguan la armonización institucional y jurídica o la disminución de las desigualdades internacionales - económicas y sociales-, gracias a los notables "saltos adelante" de países como España, Irlanda o Finlandia.
Las revoluciones de los transportes y las comunicaciones facilitaron la homogeneización cultural, que progresa con la explosión de la educación secundaria y universitaria, así como la difusión, entre los jóvenes particularmente, de un modo de vida y de consumo de origen transatlántico. En el mundo de la cultura, en las clases instruidas y pudientes, es la herencia europea que se globalizó.
Desde la desaparición de los regímenes autoritarios y el fin de los regímenes comunistas, las divisiones político-ideológicas de Europa desaparecieron, pese a que los remanentes de la guerra fría siguen abriendo fosas entre Rusia y sus vecinos. No se trata de negar que subsisten profundas diferencias entre los países -que tornaron mucho más desequilibrada de lo previsto la evolución de la UE– sin embargo, en un marco globalizador, la Unión desempeñó un papel mayor en el proceso de convergencia global en marcha desde hace décadas.
Surge aquí una paradoja: a pesar de ese proceso de homogeneización, los europeos no se identifican con su continente. Aun aquellos que llevan una vida realmente transnacional, la identificación primaria sigue siendo nacional. Europa está más presente en la vida práctica de los europeos que en su vida afectiva. Ha logrado, pese a todo, encontrar un lugar permanente en el mundo en tanto colectividad. Permanente aunque incompleta, hasta tanto Rusia no encuentre su lugar en ella.

Eric Hobsbawm es el decano de la historiografía marxista británica. Uno de sus últimos libros es un volumen de memorias autobiográficas: Años interesantes, Barcelona, Critica, 2003. Traducción para www.sinpermiso.info: Carlos Abel suárez

domingo, 12 de octubre de 2008

Amparo, siempre....

No debería... puede parecer el lugar común, el recurso fácil, pero hoy no me importa. Quiero recordar el 12 de octubre, quiero recordar también a Amparo Ochoa, descalza, cantando a capela, con un silencio ensordecedor en el Luna en una noche emocionante ...

viernes, 10 de octubre de 2008

Genealogía de un conflicto (chupate esa mandarina!)

Que el Martín Fierro es “el” ícono de la literatura argentina, no cabe demasiada duda. Que tiene que ver con la construcción de la identidad, con una imagen de “lo argentino” para los argentinos y para el mundo, tampoco. En tiempos ¿confusos? como los actuales, me agarra la angustia, me agarra, y empiezo a revisar, tratando de entender. ¿Por qué José Hernández es el elegido y no otros? ¿Por qué la gauchesca y no la urbana, o una mezcla de las dos? Ingenuamente, tengo la mala costumbre de pensar que buscando en el pasado, puedo entender mejor el presente. Fallas de fábrica….
En noviembre de 1872 el diario “La República” publica “El gaucho Martín Fierro” (Martín en honor de Martín Güemes) en forma de entregas. En diciembre, aparece editado por la imprenta “La Pampa”, con una carta del autor a su amigo y editor Don José Zoilo Miguens. (Sí, Miguens) Antes había escrito la “Vida del Chacho" , “Instrucción del Estanciero”... La obra se vendía en zonas rurales, era leída en grupo, en fogones o pulperías , y los paisanos se reconocían en la desgracia del protagonista. Hernandez conseguía un éxito en la literatura que no había tenido en política: entre 1852 y 1872, había defendido la postura que sostenía que las provincias no debían permanecer ligadas a las autoridades centrales, establecidas en Buenos Aires. En el año 1853 combate en Rincón de San Gregorio contra las fuerzas del coronel rosista Hilario Lagos. Después, bajo las órdenes de Urquiza, intervino en las batallas de Pavón y de Cepeda y luchó junto a López Jordán en la última rebelión gaucha contra el gobierno de Sarmiento, cuya derrota lo obliga al exilio en Brasil. La imagen del gaucho, contada en primera persona, sus penurias, el coraje y la integridad inherentes a una vida independiente constituyen, para Hernández, el verdadero representante del carácter argentino.
Pero otras imágenes eran posibles en esa época: Raymond Wilmart, joven belga, militante de la Asociación Internacional de los Trabajadores es enviado desde Londres por Marx (Karlitos) a Buenos Aires para fortalecer la sección que aquí se había formado sobre la base de exiliados franceses de la Comuna de París y para impedir que la controlen los anarquistas se había producido la escisión entre marxistas y bakuninistas (anarquistas) en la Primera Internacional
Wilmart le escribe a Marx desde Buenos Aires explicando por qué no ve ninguna posibilidad para el marxismo en este país

Buenos Aires, 27 mayo 1873
Querido ciudadano
Por el último paquete inglés he remitido una letra de cambio de £8 a la vista sobre C. de Murrieta OC a fin de hacer llegar £6 a Monteiro, £1 a Fontaine (los dos de Lisboa), £10 a José Mesa, reservándose usted los 10 restantes para cubrir el envío de 18 fascículos: hoy he dirigido la segunda, por si acaso la primera se hubiese extraviado.
Estaba en un error cuando decía que faltaba un fascículo Nº 2. Marchamos siempre muy lentamente. Ayer se trataba del crédito mutual, hoy de la educación mutual. Venimos de cursos de dibujo, de aritmética y de lenguas, lo que no es para nada posible en las condiciones en que nos encontramos.
Hay algunos días en que yo mismo me sorprendí de encontrar una reunión de propietarios de tierras en nuestra sala. Hace poco más o menos un año y medio, una parte de los miembros había imaginado especular corporativamente sobre las tierras y a tal efecto hemos comprado en las afueras de 2 cuadras (la cuadra tiene 150 varas de lado). Esto podría servirnos de campamento, me han asegurado, en caso de fiebre amarilla o de cólera. Esto es sin duda por lo que ellos me habían rechazado un artículo sobre la especulación de tierras y la carestía de los alquileres que de ella resulte.
Salvo la mitad de la sección francesa y de dos o tres españoles, no hay nada que pueda servir entre nosotros, y como decía un viejo de Junio, no se habría perseguido a los internacionales franceses si hubieran sido tan tímidos como nosotros. Comienzo a creer como Picard que no hay nada que hacer con los elementos de aquí. Hay demasiadas posibilidades de hacerse pequeño patrón y de explotar a los obreros recién desembarcados como para que se piense en actuar de alguna manera. No obstante, fue votada una proposición, encargando al Consejo Federal preparar los medios para crear la Federación de Oficios.
No conozco más que dos sociedades (la de los carpinteros y la de los sastres) y hemos tenido el talento de indisponernos con ellos a propósito de la sala que se les había prestado anteriormente gratis y de la cual casi los hemos puesto en la puerta.
El diario tiene 250 abonados, con 500 puede andar. Mientras tanto, buscamos los 250$ m/c que nos faltan cada vez. Es enojoso que no recibamos ninguna correspondencia de NY, ni de otra parte. Esto nos ayudaría a ponernos al paso con los trabajadores de otros países. Mientras tanto, le repito que no hay motivos para creer en la existencia de ninguna correspondencia con los 140 del Jura. Además, el día en que se pruebe que tales intrigas han tenido lugar, pronta justicia será hecha, puesto que sobre este capítulo la inmensa mayoría estaría contra los intrigantes.
Después del número conteniendo la decisión del C[onsejo] G[eneral], en lugar de esos que se negaron a reconocer las decisiones de los Congresos, soy yo el que no ha recibido más La Emancipación, de suerte que estoy plenamente a ciegas. Como le decía en mi última, me abonaría con gusto al Volkstaat.Hasta ahora no se me ha dicho nada de El Capital y yo creo que ninguno terminó la lectura, pues nadie se toma el trabajo de pensar en este país. Para remediarlo, yo trataría de dar a las ideas y las teorías que allá están expresadas, una forma compatible con el aprendizaje oral, lo que no es muy fácil.En cuanto a mí, estoy deseando retornar a Europa y espero con impaciencia el mes de febrero del año que viene. Si tuviera todo pago, sin duda me largo el 30 de ese mes.
Hay en Montevideo un español expulsado, el doctor Guisasola, médico. Estoy en correspondencia con él y veo que quisiera poder retornar a Europa; él tiene una excelente clientela y, si él parte, sería quizá bueno que Lafargue lo suceda si sigue deseando volver a América.
Hay en la provincia de E. Ríos una revuelta federalista que resiste hasta el presente, pero que no puede traer ningún cambio, porque la Constitución es federal y la única diferencia es que unos son partidarios de Buenos Aires y los otros, de las provincias. Es un resto de viejas luchas que se perpetúan por la magia de los nombres propios. Toda la política en este país es asunto de personalidades y apenas podrán creer en Europa que no solamente hay rivalidades entre los Estados sino también entre las provincias. Poco falta para que los europeos sean tratados como los bárbaros en Roma y es lo más natural darnos el sobrenombre de “gringos”. Mucho de prejuicio de campo y de odio contra la Península Madre. Una desigualdad espantosa, desprecio por los negros; no se va con un obrero, se les pega a los criados y se es de una crueldad indignante. Se encuentra totalmente natural matar a los prisioneros. En el campo hay una desbandada desenfrenada. Sin la afluencia de extranjeros no habría ningún progreso posible, no se sabría otra cosa que montar a caballo.
No habiendo podido ocuparme de los despachos, le escribiré por el paquete francés.Todo suyo y de vuestra familia
R. Wilmart296 Chacabuco

(fuente: http://www.barriodelcarmen.net/evolucion/index.php/la-izquierda-argentina-las-cartas )

Continuará….

miércoles, 1 de octubre de 2008

Blogueros pero no globeros

El sábado pasado asístí, como otras casi 30 personas, a una reunión blogueril. Se ha escrito algo de esto en otros blogs, (acá, acá), pero he aquí mi pequeña foto parcial e interesada
El objetivo básico era juntarnos, conocernos las caras, y empezar a pensar algunas cuestiones bloguísticas, comunicativas, de la actualidad, de los medios, (se podrían enumerar tantos motivos como participantes , pero la base está)
El grupo era de lo más heterogéneo:
Cuestión etaria: 30 para arriba, al infinito (hubo creo un pre30, Diego F, pero asistió en tanto blogger, no como representante del segmento 20-29, y no hizo alarde de juventud, así que lo perdonamos)
Pertenencia/tradición/identidad: acá la cosa estaba polarizada (no puedo decir dividida, ya que no era ese el carácter) Claramente, el grupo de los muchachos peronistas constituyendo una identidad fuerte, receptiva, bullanguera , que a calzón quitado proclamaban su pertenencia, por un lado, y por otro, el rejunte de los que no somos peronistas (pero de ninguna manera, no-peronistas) haciendo artilugios discursivos para tratar de definir qué somos. Hubo ciertas intenciones, en casos particulares, por parte del otro grupo, de tentar a alguno a definirse claramente por la opción más nac and pop, el tiempo dirá…
En cuanto a qué tipo de bloggers, ahí la cosa fue más diversa: desde la más popular estrella del blog and roll nacional , hasta la humilde suscriptora de este pos., En este sentido, me pareció importante la presencia del sector “bloguero invitado” o “comentarista sin domicilio conocido” (Andrés el viejo y exanónimo) ya que la actividad y la permanencia de estos dos representantes es mucho más fecunda cuali y cuantitativamente que la de muchos de los propietarios, y su inclusión demuestra un espíritu libre y solidario, pero no solitario.
De qué se habló, hará la crónica el Lic Fernández (designado comentarista oficial por portación de apellido)
Como las 4 horas sólo alcanzaron para presentaciones, algún mate y alguna que otra idea inconclusa, el próximo mes pediremos otra ronda para todos los presentes. Incluirá asado y pachanga? Así, octubre nos encontrará unidos o hackeados….