viernes, 26 de noviembre de 2010

Y van floreciendo...



"He vivido muchas muertes, demasiadas. Y todas fueron muertes que clausuraban. Pero ésta es una muerte que da esperanza. Que abre...Después del duelo, me siento muy feliz, no pensé que tendría la oportunidad de vivir algo así..." dijo, a los pocos días de la muerte de Kirchner, una entrañable mujer, absolutamente lúcida, indispensable. La muerte de Evita, la de Perón, y la de su compañero, Rodolfo Walsh, y la de otros tantos compañeros había marcado el cierre, la clausura, en cada momento, de un ciclo de su vida. Pero esta nueva muerte, sentía, (sentíamos todos) es distinta.

Y ahora se está viendo claramente el florecimiento de la vida. Mucho se ha escrito este último mes acerca de la juventud, de la militancia, del compromiso de los más jóvenes. Y es indiscutible. es contundente. Lo ves, lo sentís, lo escuchás todo el tiempo, en el subte, an la calle, en las plazas los fines de semana, miles de pibes juntos, charlando, tomando mate....(Pensaba en mi propia juventud, en plena dictadura, y el rechazo a tomar mate. Los jóvenes no tomábamos mate en público. No estaba de moda. No era una costumbre a exhibir. Prejuicios estúpidos que solucionabamos escondidos en casa, pero sin que se notara...)

Pero hay otro florecimiento, el de los que ya no brotamos al primer rayo de sol. Y esto también es esperanzador. Gentre de 30, de 40, de 50, de 60 que te habla de volver a la política, de volver a hacer cosas, por el gusto de hacerlas, de juntarse, de pensar, de ponerse a disposición para lo que se necesite...Me han convocado, me he enterado, me han contado de decenas de proyectos, reuniones, para "ver qué hacemos" aportando, cada uno desde su historia, desde su profesión, desde su saber para profundizar la transformación, a profundizar el modelo. Que no es perfecto, que no es el más deseado, pero es el que mejores respuestas ha dado en muchísimos, pero muchísimos años.

Y por supuesto ésto implica inevitables discusiones, pases de factura, críticas y pruritos, pero prevalece, en todos los casos, la voluntad, el músculo en movimiento, las ganas de hacernos cargo de la parte que nos corresponde y meterle p´alante. Y entonces, una se convence que es así, que estamos en primavera, y que están floreciendo mil, un millón, miles de millones de flores. Seguras de que el crecimiento no será fácil, que la tormenta está siempre amenazando, que los pronósticos siempre anunciarán lluvia torrencial, pero ahí nos quedamos, orgullosas de ser flores. No queremos volver a ser semilla estéril.

2 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Y veo que tengo razón, que siempre la he tenido: da igual en qué tiempos vivamos, cuando hay un por qué poderoso, la juventud se implica, es como siempre fue, idealista y luchadora. El motor del mundo.
Como me alegro por vosotros, Laura, de que encontreis un proyecto común de lucha cotidiana, implicada y feliz. Eso es, realmente VIVIR.
(Lo triste es que alguien tenga que morir para que eso aflore)

Lilibet dijo...

Qué bello, Laura.