sábado, 15 de agosto de 2009






Decidme cómo es el beso / de una mujer. Dadme el nombre del amor: no lo recuerdo


Puesta a escribir un aburrido y odiosísimo texto acerca del conocimiento, (no por tema, sino por características, bibliografía y la imposibilidad de jugar un poco, de meter algún bocadillo que inspire una mínima discusión o alguna sospecha, al menos) intenté forzar un poco la propuesta, hablando de los límites y alcances (que siempre queda bien) cómo se construye, cómo se aprehende (je) , alguna mínima confusión acerca de la polémica empirismo/idealismo, pensando que no es necesario verlo como un river-boca, que hay algunos otros equipos, y algunos otros deportes, digamos…y empecé a derrapar, y me fui a la miercoles y enganche con la praxis, con Bourdieu, con la red conceptual que te hace “ver” algunas cosas de una forma y jerarquía particular, y con la duda acerca de la posibilidad de imaginar (y conocer) mucho más allá de lo ya conocido, ….(la ciencia ficción es un ejemplo: cada relato de ciencia ficción nos dá una idea de la época en que fue escrito, cuáles son los “conocimientos” de la época, la tecnología, los últimos descubrimientos…Ese es el piso que le permite imaginar al autor algo más allá, (pero no tantísimo!)

Y en este sentido, pensaba en la imposibilidad de entender profundamente algunas cosas, captar, sentir algo jamás vivido. La idea está antes o después de la cosa? Por más resuelto que lo tengamos intelectualmente, puestos en situación, nos damos cuenta que no sabíamos nada….Uno puede imaginar un dolor, te lo pueden describir, pero el dolor sentido es otra cosa. De la misma manera, la maternidad/paternidad teórica , pensada no tiene la intensidad, complejidad, contradicción y placer de llevar a tu hijo a la escuela o sentir que tiene fiebre (o darte cuenta que no tenés un pedazo de pan para alimentarlo!) . La caricia, imaginada, recordada es "la caricia"?, ¿ a la vez, la suma de todas las caricias particulares son el “amor”? ¿ una pelea, una bronca y una lágrimano no son parte acaso, expresiones también del "amor" distintas a una caricia? ¿La pelea, la lágrima, la tensión, no lo alimentan, lo redefinen, lo expanden? ese ida y vuelta…Uf….

Entonces enganché con la historia que quiero contar, la de Marcos Ana , un Hombre propuesto como candidato a varios premios de poesía, cuya historia está en la cabeza de Almodóvar para saltar a la pantalla grande (Ay mi dió!) pero eso es pura decoración, detalle superfulo...

Fernando Macarro Castillo tenía 15 años cuando se asistíó por primera vez con un grupo de jóvenes católicos a un mitin de las Juventudes Socialistas en Alcalá para repartir propaganda.
De famila muy católica y pobre, se sorprendió de las palabras que escuchaba, ya que hablaban de él, de su casa y de sus problema, iguales a la de cientos..
Empezó a vender periódicos de las Juventudes Socialistas. Al empezar la guerra, con 16 años, en 1936, se incorporó al batallón Libertad, donde era la mascota, pero a los pocos meses lo mandaron a casa por ser menor. Se pasó al Partido comunista y se dedicó al trabajo político en Alcalá.
Cuando cumplió 18 años se incorporó al ejército. Fue comisario político en una unidad. Después, instructor de la juventud en el Ejército del centro hasta el final de la guerra. Lo atraparon cuando trataba de salir de España junto a miles de soldados republicanos. Tenía 19 años cuando lo encarcelaron. Pasó 23 años en las cárceles franquistas. Sufrió aislamiento, torturas, lo condenaron a muerte dos veces. Desde el principio, formó parte de una organización clandestina en la cárcel, desde donde crearon un diario (Juventud) para mantener informados y con el ánimo alto a los presos, daban clases, camuflaban los libros de la biblioteca intercalando hojas permitidas y prohibidas, enseñaban pintura y armaban tertulias literarias...
ahí se puso en contacto con los libros clásicos pero también con los de Alberti, Neruda, Hernández (con quien compartió un tiempo de prisión) En los años 50 empezó a escribir sus propios versos, cuando por un castigo (uno más) lo llevaron a una celda de aislamiento. Escribió los primeros versos con un pequeño lápiz que le habían pasado. Siguió escribiendo, y sus escritos salieron al exterior. . Tiempo después, llegó un paquete de México, con revistas y otras cosas que mandaban clandestinamente. Entre todas esas cosas, venía un librito impreso con ocho o diez de esos poemas. Adoptó el nombre de Marcos Ana combinando el nombre de sus padres. Al padre lo habían matado durante la guera y la madre murió de dolor cuando lo condenaron por segunda vez a muerte. Poco a poco se empezó a contactar con los poetas en el exilio. A María Teresa León y Rafael Alberti, les escribió

Mi vida
os la puedo contar en dos palabras:
Un patio
y un trocito de cielo donde a veces pasan
una nube perdida y algún pájaro
huyendo de sus alas.

Salió de la cárcel a los 42 años. Le robaron 23 años de su vida. La libertad lo encontró aún virgen. En esos 23 años peleó, puso el cuerpo y el alma por lo que creía, escribió sobre los hombres, la libertad, el amor que imaginó, idealizó desde una celda.
Y el primer encuentro fue con una prostituta, que le pagó un amigo
Así lo cuenta
" No sabía cómo comportarme. Ella me dijo con tono indiferente: "Bueno, vámonos". Y yo, confuso y con voz entrecortada, le pregunté: "¿Adónde?". "Pues... al hotel".

-Pero así, ¿sin apenas conocernos? Me gustaría pasear un poco, saber algo más de nosotros...

Era un lenguaje inusual para una prostituta y me miró sorprendida. Y al ver que yo no acertaba a hablar, que me temblaba el cigarrillo en la mano mientras fumaba nervioso, pensó que estaba borracho y me devolvió el dinero. Yo, en lugar de retirar el billete, tomé con mis dos manos la suya: "No, no, si yo quiero ir contigo, me gustas y lo deseo, pero es que para mí todo esto es muy difícil...".
Y balbuceando las palabras, tartamudeando, le conté que acababa de salir de la prisión, que era un preso político, que me habían tenido veintitrés años fuera de la vida, que nunca había estado con una mujer...

Entonces, aquella muchacha, un poco extrañada, dulcificó su rostro, sus ojos me miraron de pronto con afecto, o con piedad, no sé, y me dio una lección de humanidad, con una ternura y comprensión inesperadas.

-Bueno, mira, yo creí que estabas borracho. Ahora cambia todo, y voy a perder hoy contigo unos cuantos servicios esta noche.

Me invitó a cenar, creo que fue en la Torre de Madrid o en un edificio alto de la plaza de España, y viví, entre temblores, las escenas más hermosas e increíbles. Después de cenar seguimos un rato charlando hasta que ella me dijo: "¿Nos vamos ya al hotel?". El problema para mí seguía siendo el mismo; era como cruzar un río desconocido, sin saber nadar, lleno aún de inseguridades. Pero ella, riéndose, me decía: "No te hagas problemas, tú no tienes que preocuparte de nada, lo voy a hacer yo todo".

Después, en vez de dar "la sesión" por terminada, me pidió que me quedase a dormir con ella. Lo dudé un poco: la preocupación de la familia si no volvía a casa, los policías si notaban mi ausencia... Pero era muy difícil renunciar, me quedé y seguimos charlando hasta altas horas de la madrugada.

Por la mañana me despertó con un beso. Traía una bandeja en sus manos. Había bajado a la calle a por churros y chocolate, se sentó en el borde de la cama y desayunamos juntos. Al despedirnos la estreché con la mayor ternura entre mis brazos, con el corazón en la garganta, sabiendo que no la iba a ver nunca más.


Al llegar a casa encontré de uno de los bolsillos un papel liado como un cigarrillo en el que venía enrollado el billete que le dio mi amigo y una pequeña nota que decía: "Para que vuelvas esta noche". ...Esa noche tomé un taxi, me dirigí al hotel donde pasamos la noche, en la calle Echegaray, y dejé en la recepción el ramo de flores que compré con el billete y una sencilla nota que decía: "Para Isabel, mi primer amor"

Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar. Habladme
del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor: no lo recuerdo.
(¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?
¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?)
22 años. Ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma… Escribo
a tientas: "El mar", "El campo…
Digo "Bosque" y he perdido
la geometría del árbol.
Hablo por hablar de asuntos
que los años me borraron.

(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario).

7 comentarios:

Cine Braille dijo...

Uy qué historia. Y bien contada. Gracias.

G dijo...

Me encantó que hablaras de Marcos Ana, que además sigue dando vueltas lúcidamente por la vida. Más allá de la prepotencia de la idea o de la cosa, algunas combinaciones (categoría esencial de la sociología de mercadito, je) dan por resultado gente como ésta, que sólo podían haber surgido en épocas como aquellas...
Saludos!

Andrés el Viejo dijo...

No conocía esta conmovedora historia. Qué suerte tuvo este hombre de encontrar una mujer tan comprensiva y generosa (en el más amplio sentido de la palabra).
Me queda un gusto amargo. Pienso si la pobre mujer no habrá interpretado la ausencia a la segunda noche como un desprecio a su profesión. Y me da pena que pudiera haber sucedido.
Un beso

Diego F. dijo...

Qué lindo lo que escribiste Laura, me encantó la historia.
Abrazo!

Laura dijo...

Perdón por la demora!
Cine: gracias a usted!
Gra: entre la prepotencia de la cosa y de la idea, estará la dialéstica? Marcos Ana es un grande, y sí, solo eran posibles en esa época, aunque también pienso que esa epoca fue posible por estos hombres...Y eran tantos, y tan grandes todos, que se te caen las medias.
Andrés. sé de su extremada sensibilidad, pero quédese tranquilo, según tengo entendido, Isabel supo interpretar correctamente.
Diego: Gracias!
Un beso para todos

El Canilla dijo...

Lindo post. Que historia la de este poeta. Si mal no recuerdo, firmaba #MarcosAna, con esa extraña combinación de los poetas españoles de la época por la palabra y la gráfica.

El Canilla dijo...

buenísimo, era la estrella de las cinco puntas. Gracias, señora por recordarlo.