domingo, 14 de marzo de 2010

¿Qué somos?

Esa noche, bajo un manto increíble de estrellas tilcareñas, y a la luz de un fueguito que se iba consumiendo (como mi capacidad de mantenerme erguida, no ya lúcida) condensó e iluminó tantos años de lecturas, estudio y discusiones (en el mejor y más productivo de los sentidos)

El escenario era idílico: noche clara, despejada, un vientito que te hacía sentir vivo, los fondos de una casa de postal de Tilcara (hasta un cardón había!) una gran fogata que de tanto en tanto despedía chispas para recordarnos que con el fuego no se juega, guitarras, empanadas, humita en chala y vino, mucho vino para celebrar el final de largas jornadas de trabajo y discusión con organizaciones indígenas y campesinas. Todas las teorías, todas las posturas y modas, todas las prácticas y vidamisma se habían puesto en la mesa durante esos días…

Y así, cuando quedábamos muy pocos ya despiertos, y empezaba a sentirse un intento de claridad del próximo día, me quedé pegada a un viejo mapuche, un tipo muy mayor, la cara surcada, una lucidez que enceguece…. así, charlando de la vida, con una guitarra en la mano, tocando despacito unos acordes sureros, dijo: “Y sí, yo antes era peón de campo, ahora resulta que soy mapuche…..”

Todos los libros se me vinieron encima, me aplastaron la cabeza …cómo era eso? Cómo AHORA?

Me contó entonces, que cuando era joven, el no se decía mapuche. Le daba vergüenza ser mapuche, no sabía la lengua, y sólo había escuchado el mapuzungún de la boca de su abuela, cuando hablaba en sueños.

Contó que de muy chico, pasaba noches al lado de la cama de su abuela para escucharla hablar “la lengua”, sin entender qué decía, escuchaba en silencio aquellas palabras que no sabía….En los momentos de vigilia, la abuela decía no recordar una palabra, no poder hablar la lengua prohibida, haberla olvidado a fuerza de golpes, desprecios y dos días de cárcel….La abuela había aprendido que mejor ni recordar…..Y eso enseñó a sus hijos y sus nietos.

Mejor no ser mapuche. Siendo peón de campo, en cambio, tenía cómo defenderse. Tenía un sindicato, tenía otros compañeros con los que exigir sus derechos, tenía el “Estatuto del peón” que era su ley. Ser peón era su identidad. El trabajo articulaba la lucha, el reclamo. Era su instrumento. Eso es lo que era….

Ahora, en cambio, los derechos son izquierdos, nadie reclamaba nada, no hay sindicato que agrupe, que contenga, no hay trabajo para el peón, no hay orgullo de ser peón de campo….No hay orgullo por trabajar

Pero ser mapuche es tener derechos. Es poder reclamar esos derechos reconocidos por la Constitución, por los convenios internacionales, y entonces, es mapuche. Desde ahí se para frente al mundo, desde ahí reclama, se organiza, se proyecta…. Puede trazar su genealogía, remontarse a sus abuelos, sus bisabuelos, pero no lo necesita. No necesita tampoco hablar la lengua. El no saberla es reconocer también el proceso histórico que lo dejó mudo. Saber que su palabra fue negada, fue prohibida y silenciada es su historia.

Y que la aprendan los jóvenes. Está muy bien que quieran aprender la lengua los jóvenes, porque ahora es un idioma. Porque ahora sí tiene sentido. Ahora es un grito que asusta, que interpela, que nos hace pensar quiénes somos, qué es el estado, que es el territorio. Cuando se cayó el mito de un estado, una lengua, una religión, todos ciudadanos, todos trabajadores, todos ¿iguales?. Cuando eso ya no existe, cuando la política fue mala palabra, cuando los sindicatos dejaron de representar, cuando el trabajo pasó a ser un efecto no deseado y quedó al descubierto, impúdicamente, que no todos somos igual de ciudadanos, buscar otras identidades era una necesidad. Para tratar de ser, para tratar de estar, para tratar de gritar.

La construcción de la identidad es un proceso. No hay identidades cristalizadas, van cambiando, se transforman, se diluyen en identidades mayores, resurgen de acuerdo al momento histórico. Eso dicen los libros. Y esa noche lo entendí.

10 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Así pasó con el gallego y con Franco (que era gallego).
Y así volverá a pasar con Feijóo, que está denostando su lengua natural.
Y hacen política con el idioma, que debería de ser un bien cultural asumible por todos los partidos.
Y hay gallegos con vergüenza de serlo...

Ulschmidt dijo...

Que lugar para hacer un fogón!!
Ahora, yo creo captar, pero la retrogradación del proletario a la singularidad racial dejará muchos proletarios afuera, otros inventándose un pasado presunto (algo que un poco le pasa al que Ud. alude, y a otros mucho más) y aún a los que puedan identificarse realmente... en una suerte de callejón racista. ¿en cuántos lugares es aplicable esto amén de El Alto y Cochabamba?

vodka dijo...

es una historia conmovedora. Hay que olvidarse de lo que uno sabe, para poder escuchar. Laura, parar, escuchar, tomar vino al lado de un viejo mapuche y que haya estrellas. Ve que la vida es buena, y entonces uno que no cree en dios, agradece a un dios que no cree esos momentos y entonces cree. Y la vida va.

Cine Braille dijo...

¿Pero cómo, el Momo Venegas ya no representa al peón argentino?

Esteban S dijo...

Tema complicado.

Descubrir que la identidad no es una cosa sino un montón de relaciones cambiantes ha sido un gran avance para la antropología, Pero me da la impresión que todavía no sabemos que hacer con eso políticamente. La gente que conozco que siguió la experiencia mapuche me dio la impresión de estar apretada entre muchas contradicciones.

No es para menos. Si algo enseñó la historia del siglo XX es que hacer pasar la política por lo étnico es abrirle la puerta a las peores cosas; la guerra anglo-boer, los campos de concentración, la persecución de los judíos, la creación de un estado étnico, etc. Todo con, digamos, malas consecuencias.

En algunos círculos plantearse estas cosas te hace quedar MUY mal. Así que venimos demorandonos las preguntas, y con ellas las respuestas.

Tema complicado.

la sirena ahogada en vomito dijo...

vio que le deje poster y tema en un post de ayer dedicado a ud????

Laura dijo...

María Jesús: Es tan triste sentir vergüenza de lo que uno es...
Don U: como también dice Esteban, es un tema muy complejo y peligroso. Puede derivar en callejones racistas, en mayor fragmentación, en multiplicacion de las demandas (contrapuestas entre sí, de acuerdo a los distintos grupos)en fundamentalismos y atrocidades varias... No soy defensora de la mapuchidad, ni de las esencias. Lo que intento es plantear el problema. Que muchos grupos se retraigan a la etnicidad, al género o a la religion creo que evidencia los límites de la globalización, de un supuesto sujeto único, de la falta de respuesta de las organizaciones propias del siglo XX (sindicatos y partidos políticos básicamente) E intento plantear además que estas nuevas "identidades" son producto de un proceso histórico y de exclusiones sistemáticas. Los riesgos son infinitos, pero eludir el problema sólo es eso, eludirlo, pero sigue ahí. Obviamente nuestro país es bien distinto a Bolivia, Ecuador o Perú, por eso también me parece que cuando hablamos de indígenas, nos ponemos tan puristas. Los indios buenos son los indios muertos, decía uno, y el crisol de razas se olvidó que también había indios. Pero siempre estuvieron ahí, siendo mano de obra barata, y pobres entre los pobres...
Nilda. No sabe usted lo lindo y bien que se siente una esas noches....
Cine: sí, al peón de ajedrez en el tablero de Duhalde!
Esteban; Tema complicado, sí señor! Más o menos lo que le contesté a Ulschmidt. No podemos seguir mirando a los nuer. Al menos por vergüenza disciplinar.
Sirena: la miércoles que te hizo mal el vodka! Sí, lo ví, cha gracia, señora!

Paluchax dijo...

Lo más importante es que uno sepa todo lo que es..y que lo pueda decir aunque sea a una persona en esa noche que se ve tan hermosa- Eso por lo menos va a hacer que no se pierda del todo la esencia.Creo.
Besos

El Canilla dijo...

Lo interesante está al final,la construcción de un nosotros identitario es un complejísimo proceso social de construcción de sentido.Como flujos y reflujos avanzan, aparecen y desaparecen y en el medio quedamos los individuos en nuestra finitud vital. Y estan los que usan las contradicciones del sistema para provecho propio y los que las sufren. Ese proceso es lo que a veces queremos alumbrar, para que sea evidente que no es una condicion natural, no ? El opio del post anterior está tomado como ejemplo en 1843 ,cuando se escribió ese texto al final de la primera "guerra del opio",del poderoso reduciendo al otro a una condición no natural e instalandola como histórica.

Laura dijo...

Palu:Sí, saber quién somos y no sentir vergüenza de ser. Beso
Canilla: Talcualmente. Ha captado exactamente lo que quise decir, incluso la relación con el otro post.