Como relatábamos acá, con el tole-tole del mes de febrero de 1875 en el Arzobispado y el Colegio del Salvador, los jesuitas, y el descubrimiento de la sociedad secreta de La Boca, sumado a la profundización de la crisis económica y la inquietud de la oposición, la policía estaba al rojo vivo. No tenían a Ciro James, no pinchaban teléfonos, pero se las arreglaron para cantar un piedra libre, alquilar una casa y plantar un par de vigilantes full time en las cercanías de la calle San José, nº22, donde se reunía discretamente un grupete de personas que llamaron la atención justamente por el sigilo…Y sí, si estás en el manicomio, es mejor hacerse el loquito, sería la moraleja.
Días y noches espiando sin nada para chusmear, excepto los nombres de los sospechosos de siempre, (que por cara de expediente nomás fueron individualizados), pero sin un para qué, aburrieron enormemente a un loco importante con certificación habilitante y uniforme de incógnito, que se escabulló en la casa espiada para apoderarse del libro de actas , y enterarse así de qué iba la cosa….Tan bien camuflado estaba que los policías comunes lo tomaron por ladrón, lo llevaron a la comisaría, lo maltrataron bien (pensábamos que el maltrato era de ahora? Noooooooooooo, es como el escorpión la cosa, parte de la naturaleza policial!) pero el tipo estaba tan entusiasmado con su papel de sérpico, que no reveló la identidad a sus camaradas….. Por este malentendido, pudo introducirse en las reuniones un agente especial (ex revolucionario de la Verde y Sta Rosa que fue repatriado con honores ad hoc desde el exilio en Montevideo) y de esa manera tratar de descubrir algo.
La discusión entre los visitantes sigilosos de la calle San José giraba en torno a traer o no al general José Arredondo desde Montevideo y ponerlo a la cabeza de la revolución que derrocaría al gobierno ….Quienes lo proponían como jefe, sostenían que ésto garantizaría no sólo una dirección militar capaz sino la adhesión de otros grupos que venían reuniéndose en distintos barrios…La moción en contra, aseguraba que Arredondo era extranjero, no pertenecía al Partido liberal, se desvirtuaría el carácter argentino del movimiento y no era un caudillo confiable…. Así las cosas, pasaban los días y los conspiradores trataron de vincularse con otros grupos, conseguir armas, dinero, fueron a ver a Mitre que se negó a participar, y tomaron la decisión de hacer estallar la cosa así como estaba….Pusieron fecha, cronometraron relojes, pero no juntaban un mango ni los apoyos necesarios y Arredondo sólo prometió hacerse presente cuando todo estuviera resuelto, para comer torta y ocupar el trono de jefe…. .
A todo esto, recordemos que la policía sabía cada movimiento, cada palabra, cada suspiro por boca de su “infiltrado”…. Todo se precipitó cuando uno de los conspiradores se infló de tanto desacuerdo, se presentó en la casa de Bernardo de Irigoyen, (Ministro de Relaciones Exteriores) y cantó la ópera de los traidores….Irigoyen se cruzó a la altura de Manuel Rocha (jefe de Policía) con Presidente Avellaneda, se armó tal caos de tránsito que hasta el último de los conjurados intuyó el escarmiento, salió rajando o se presentó voluntariamente ante las autoridades policiales para hacer la de Pilatos….
La policía no creyó demasiado en este tasa tasa cada uno para su casa, y siguió pispeando.
Y entre los espiados, nos encontramos con un tal Bookart, Juan Bookart.
Nuestro ¿galán? había participado activamente del grupo de la calle San José, distinguiéndose por su gran exaltación, característica que lo impulsó a separarse por diferencias políticas y partidarias y a empezar a formar su propio grupo de conspiradores.
Bookart, inmigrante alemán sin ocupación conocida, aunque parece que se decía relojero, y según las malas lenguas era terriblemente orgulloso, soberbio y con poquísima cultura, una vez abandonado el grupo de los conspiradores fallidos se decidió a reclutar tropa propia, reuniendo a un considerable número de adeptos, muchos inmigrantes como él: italianos, españoles (fundamentalmente catalanes), algún francés……Además de plurinacional, nuestro grupo era también multiético: algunos eran hombres de hogar, con familia y trabajos reconocidos; otros de vida un tanto complicada y mejor ni averiguar, mirá….
Pero toditos hicieron el juramento, y adherían incondicionalmente a la causa por la que iban a luchar.
Entre los primeros y mas fervorosos juramentados, se encontraban Angel Deffeu, Alejandro Aguisola, Emilio Galli, Esteban Ferrari (italianos); Florentino Muñiz y Enrique Valencia (españoles); Antonio Torrent Arturo, José Sobrefen 6 Antonio Cullei (catalanes) Antonio Campero (boliviano)
Se reunían en la calle de Juan G por las noches preferentemente, cuando todos los gatos son pardos, y es más sencillo camuflarse llevando herramientas, vestidos para la ocasión…
Mañana, el último capítulo, que como en toda novela, ya está escrito, no es lo que esperábamos, y el muchacho pobre no se casa con la heredera.... porque era travesti!
6 comentarios:
Todo un enredo! pero falta el momento en que Bookart salta al protagonismo....
Lo que más me gustó es esa relación de nombres en la que se especifica españoles y catalanes.
Muchos te comerían a besos...
y, hace bien, los catalanes no son españoles, son catalanes, siempre lo fueron (o seran mis genes?)
Esto hay que guionarlo y filmar la película del tole tole!
Este Bookart es el gato encerrado de esta historia? Porque pardo como los demàs gatos en la noche seguro no es..espero ansiosa la proxima entrega! Besos
U: sí, todo un enredo, pero me parecía necesario contarlo, para que no parezca algo extraordinario. Sólo se trata de un nuevo eslabón de una larga cadena...
María Jesús: que vengan los besos, me encanta el tonito catalán!
Ayj: además de ingeniero, catalán! Le falta ser porteño, y lo consagramos ombligo del mundo (con argumentos, por supuesto)
René: A guionar entonces, hombre! conseguimos unos mangos y filmamos el tole tole
Paluchax: deje de sufrir, he aquí la nueva entrega. No sé si es gato encerrado, sí bastante silenciado...
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